¿Has tenido la sensación alguna vez de que tu vida te queda grande?
Es una pasada porque primero te sientes incapaz de vivir tu vida (cosa que no tiene sentido, pero lo sientes), después te sientes pequeño, impotente, ignorante y al permitir este sentir (la retirada momentanea del ego) tu vida te coge en brazos y te dice: » tú no tienes que ser capaz, lo voy a hacer yo».
Entonces vuelvo a caer en la cuenta de que creer que algo me queda grande es desconfiar de mi vida, intentar controlarla y querer conocer los desenlaces anticipadamente (como si quisiera garantías de que no voy a sufrir).
Ahí me relajo y me entrego de nuevo. Descanso en brazos de mi vida y vuelve la inocencia, la curiosidad, la alegria, la celebración, … las ganas de vivir mi propia vida y dejarme sorprender por ella.
Son tantas veces las que mi cabeza me ha dicho que no era capaz de hacer algo… Casi las mismas que mi vida me ha mostrado que mi cabeza no tenía razón..
No se trata de conseguirlo, ni de esforzarse para demostrarte ni demostrar a nadie que puedes, no tiene nada que ver con esa actitud… Es más bien un «relajarse» y dejarse llevar por lo que va ocurriendo disfrutando o aprendiendo (en caso de no poder disfrutarlo).
Es un abrirse a descubrirlo todo a través de la experiencia propia, en vez de escuchar tanto a nuestras cabezas…